Mochigrafías, VI

En la Patagonia Argentina, en una aldea de montaña, dicen que vive una mujer que llora agua dulce. Muchas versiones hay sobre el porqué de su llanto sin sales y algunas se remontan al origen mismo de la Cordillera de los Andes, que dicen y cuentan que es tan vieja como el planeta mismo. Hay una historia de esas que cuentan y dicen sobre porqué agua dulce, muy bonita, que afirma que cuando esta mujer nació, siendo una bebé apenas, daba muestras de una gran sabiduría reflejada en sus ojos, en particular en una pequeña manchita en uno de sus ojos, y las abuelas y los abuelos esperaban ansiosos el día del milagro, y de pronto un fuego muy grande y muy malo empezó a comerse el cerro, y la gente estaba triste y asustada, y la niñita se puso a llorar mirando el fuego malo haciendo llover, y era tanto el fuego y tanta la lluvia que el pueblo se inundó quedando con el agua hasta el cuello, y el fuego se apagó y en el cerro empezó a nevar, y el agua se escurrió del pueblo pero quedó estancada entre las montañas y tapó la parte más bajita del pueblo. Cuando ocurrió el milagro todos alzaron a la niña en brazos y la besaban y le cantaban cantitos de olé olé olá, y alguien le besó las lagrimitas del berrinche milagroso y se dio cuenta que no eran saladas, sino que eran dulces como el agua dulce. Al cerro quemado le pusieron Chapelco, y al agua que se estancó le pusieron Lácar, que significa ciudad escondida. Pero esa es una historia de viejos y de locos cuenteros, que es linda pero no es lo que quiero contar. Dicen que esa mujer sigue siendo muy sabia, y que un amigo mío una vez la conoció y le preguntó cosas, y que ella le contestó esas cosas.

-¿Qué es la luna?-

-un farolito caminero-

-¿Qué son las estrellas?

-la razón por la que nunca estamos solitos-

-¿Qué son las nubes?

-las ovejitas del sol-

-¿Qué es el sol?

-un pastor viejo muy viejo, que sabe más que yo-