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Un trueno retumba

  • Foto del escritor: Michal Hynst
    Michal Hynst
  • 16 abr 2020
  • 1 Min. de lectura

Que el megáfono resuene ante el tumulto furioso

que sea el trueno palabra viva

que sea mi voz, el trueno.


Payasos, horticultores, acróbatas, actrices, pintoras, cineastas

alcen las manos abiertas, firmes los torsos

más firmes

que falten los músculos y las manos para tanto grito acumulado

flecha certera, lágrima herida.


Dicen: la patria es el otro.

A mí me duele esa patria.

Me quito, pues, este dolor.


Me ignora, me insulta, me escupe, me abomina

¡la patria me ataca, me lanza su olvido!

olvidada del indígena y el negro

olvidada del grillete, la bandera sin sol, del campo abierto

sin alambre queloide ni hoguera de pieles

olvidada del mate libre.


Esa patria me olvidó.

Un trueno dice: ¡Olvidados, recuerden!

Cada memoria sus muertos arrastra.


Un trueno dice: ya nadie recuerda; sólo los olvidados

Los caídos se levantan en sus banderas

pero el desaparecido...


Un trueno retumba: venganza.


Trueno poderoso y desbordado de un cielo sin sol, bandera negra

rayo que rompe el grillete, la cadena de eslabonado silencio

rayo hermoso, trueno que llora en los campos de presos regándolos de memoria

¡Rayo y trueno, cielo que grita: venganza!


Mil fuerzas y una más caen sobre ésta, la patria sifilítica del sol de los muertos

que prohibida de la cópula señala con su fétido glande y culpa:

vos, tú, ustedes: culpables de la alegría, pecadores de casta.

¡Mil fuerzas venganza y una más, otra

mil fuerzas reclaman con hambre de lepra

fiereza de rosa, violencia de poema!


¿Si la patria es el otro, dónde están

las patrias que nos faltan?


Trueno y venganza.

Amor, libertad y vida.

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