Qué tal
- Michal Hynst
- 15 abr 2020
- 1 Min. de lectura
Amanece en mi barrio.
El viento arrulla las zapatillas
Que cuelgan de los cables
Para hacerlas dormir.
El mate es amargo
Como la vida.
Las tortafritas son gordas
Como las manos de mi madre.
Me prendo un pucho
Y regalo cuatro.
El viento me recuerda el regalo
De ser joven, y mi camperón.
Qué tal… diría el Nahue.
Ese amigo que extraño
Tanto como la ropa húmeda
En las amanecidas del Parque Saavedra.
Paso por el mallín, y pateo cerca
De un polvillo que flota, dorado
Como suspendiendo el tiempo
En el aire, reposando.
Lo toco y vuelo.
Un mundo otro donde
Las pibas patean sin miedo
el faso crece en los patios
y el mate no se lava.
En este mundo mágico
Trenza de hada, humo de duende
Un yuta descubre el amanecer
Y llora junto a un rosal.
Hordas de crías se ríen
De la ilusión de la inclusión:
Nada hay que incluir
Nada hay fuera de la vida.
En esta nube de futuro
Me topo con los labios
De alguien que nunca he visto
Y nunca olvidaré.
Mi mano, la tuya, la de ustedes
Ilustran la silueta difusa
De la hembra libertad:
Roja la brasa del negro carbón.
Me quemo los dedos con el pucho.
Me guardo el poquito de polvo
Que flota todavía en el aire
En un lugar cerca del corazón
Más cerca, aún más, de las ganas.
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