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Poema del paria

  • Foto del escritor: Michal Hynst
    Michal Hynst
  • 15 abr 2020
  • 1 Min. de lectura

Cansado de defraudarme

de Dios, Buda y Mahoma

aborrecí las religiones

para encontrar mi corazón,

que es el centro del Mundo.


Cansado de envilecerme

por el dinero, vil metal

abandoné mi casa en la ciudad

dejé de buscar empleo y alquiler

para trabajar y sostenerme.


Cansado de votar y lamentarme

por las decisiones lamentables

de quienes voté para que gobiernen

dejé de esperar justicia y limosna

para ser abundante y justo conmigo.


Cansado de dolerme por mi país

mi bandera y la frontera que la justifica

claudiqué mi nacionalidad

y fui visto como extranjero

en la tierra que me vio nacer.


Cansado, harto, cansadísimo

de mi trabajo, mi jefe, sus horarios y humores

le expliqué lo imposible

de venderle mi tiempo

porque tiempo y dinero son meras ilusiones.


Cansado de mi familia

de problemas antiguos y dolores viejos

de reuniones hipócritas y malas herencias

busqué en la soledad una amiga

y llegaron las abuelitas, los hermanos nuevos.


Así de cansado, así de harto de todo y tanto

fui quedándome solo, triste y sin nada

pero los dolores fueron poquito

comparados con las oportunidades

que encontré para ser feliz y libre.


Ya sin dioses ni religiones, creí.

Sin leyes ni jueces, hallé justicia.

Sin dinero ni patrón, amasé mi pan.

Sin país ni familia, tuve hermanos y tierra

Sin pertenecer, fui parte de todo y en todo.


Y comprendí que más importante

que ser elegido

es ser quien elige.

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